Friday, August 26, 2005

Autodenigración III: Literatura y tradición

Volvamos a hablar de cosas divertidas. La autodenigración sistemática es un deporte muy español. Por lo menos desde el siglo XIX. Fijémonos en esos años del final de “La década ominosa”, las guerras carlistas, el final de la inquisición, la desamortización, la constatación del atraso peninsular tras la invasión francesa... Esos años fueron críticos para la formación de la idea de España contemporánea. Era en esa época que escribía Larra. En uno de sus artículos, titulado “En Este País” Larra habla de aquellos que, para camuflar su mal trabajo, su desidia o simplemente como una muletilla no paran de hablar mal de España. (Por cierto, siempre me he preguntado si el título de este artículo está relacionado con una famosa cita del anterior presidente del gobierno español, el del bigote) Larra concluye diciendo que borremos para siempre esa expresión de desaliento y tratemos de ser activos para mejorar nuestro país. Pobre Larra.

En “Of Human Bondage” (ver texto completo) de Somerset Maugham, me sorprendió encontrar la descripción de un escritor español que vivía en París en los años finales del siglo XIX. Este escritor quería seguir los pasos de Zola y había emigrado a París, con su pobre francés, para escribir en francés sobre París. El alter ego de Maugham le preguntaba por qué no escribía sobre España y el muchacho respondía algo así como “España está muerta, no hay escritores, no hay arte, no hay nada”. Esta es la mentalidad que aún anida en muchos españoles. El escritorzuelo muerto de hambre de París era prácticamente un arquetipo platónico del escritor español mediocre, que Maugham encontró por casualidad. Que quede claro que no me estoy metiendo con los apátridas, ahí esta Joseph Conrad, que era polaco y escribía en inglés, o incluso Kafka, que era checo y escribía en alemán, sino con aquellos que tratan de buscar fuera lo que no hayan en si mismos.

Claro que los escritores españoles buenos no eran mucho más positivos, miremos a los de la generación del 98. Escribían sobre su país, sí, pero no dudaban en hurgar en las heridas. Por cierto, tengo la sensación de que gente como Unamuno o Baroja no son suficientemente leídos en España. Después de todo leer es un placer y es mejor no torturarse tratando de cargar con el peso de la cultura y las desgracias de un pueblo... Otra cosa: No entiendo por qué en España no existe algo como “la Pléiade” en Francia. Los libros no son tan solo un continente de información sino que también son un fetiche (el que diga que no, miente) Me parece que no se cuida lo suficiente a las obras clásicas en castellano.

Hoy en día hay muchísimos escritores en España, y muchos de ellos dicen que la novela es un arte muerto, y a lo mejor tienen razón. Sin embargo, creo que la lección de Maugham sigue siendo válida. Creo que hemos de escribir sobre aquello que conocemos y ser conscientes de que formamos parte de una tradición, aunque no queramos. No hace falta llegar al extremo de d’Ors y decir que “Lo que no es tradición es plagio”, esa es una postura demasiado conservadora, pero creo que para el ejercicio de cualquier arte hay que saber en que país se vive.

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